Jeep® en Colombia, nacimiento entre cafetales

Son muchos los nombres que históricamente me han acompañado durante mi paso por el país cafetero, nombres como: el todoterreno, el 4x4, la camioneta del pueblo, mula mecánica, el conquistador de caminos y un sin fin de sinónimos más que cariñosamente en Colombia su gente me han otorgado; hoy les narraré mi perspectiva de un país lleno de montañas, hermosos paisajes, increíble biodiversidad y retadoras carreteras las cuales he podido ver desde las 7 ranuras que tengo labradas en mi frente soy un Jeep® Willys y esta historia inicia cuando mis ejes tocaron suelo colombiano por primera vez en 1946.
Eran épocas difíciles, pero con tintes de esperanza para el planeta, la II guerra mundial había terminado y la contribución de los Jeep® Willys había sido determinante para llevar al triunfo a los aliados, pues todos los esfuerzos de una potencia mundial se habían concentrado en desarrollar un vehículo con una ingeniería y diseño únicos y con una eficiencia impecable para transitar por los caminos más difíciles e incluso muchas veces transitar por donde aún no existían caminos, llegando a lugares inimaginables, los Jeep® Willys eran impulsados principalmente por la sed de triunfo y de superar los obstáculos más complejos.

La fama a nivel mundial de la marca Jeep® me dio paso para llegar a Colombia, pues este era un país con ímpetu de progreso y en el cual no cualquier vehículo era capaz de desempeñarse óptimamente, pues era necesario recorrer los caminos de una agreste geografía que necesitaba conectar con determinación veredas y caseríos.
Yo estaba dentro de las primeras 300 unidades de Jeep® Willys importadas por el ministerio de guerra, hoy llamado ministerio de defensa, sin embargo la real batalla la libraríamos junto a los campesinos colombianos, ya que fuimos intercambiados por café por los hacendados más ricos, reemplazando las mulas, y llevando al eje cafetero a un progreso exponencial abriendo nuevas rutas, conquistando territorios y llegando a donde siempre quisieron llegar.
Otro gran salto se daría en 1959 cuando la Caja de Crédito Agrario y la Federación de Cafeteros, importaron nuevos Jeep® Willys, nuevos compañeros de aventura para promover el progreso y venderlos a los campesinos de la zona, quienes llevando grandes cargas de grano, plátano, aguacate, naranjas y hasta trasteos entre las fincas y cabeceras municipales, ayudaron a hacer de los caminos de arriería, nuevas carreteras convirtiéndose en hábiles pilotos todoterreno, pues el desempeño de una camioneta 4x4 era esencial para surcar los caminos de progreso de miles de familias campesinas.
Seguido a esto durante varios años los campesinos colombianos tras mi volante y el de otros Jeep® Willys los terrenos cafeteros lograron una época de bonanza cafetera que contribuyó al auge de estos modelos hasta los años 80, pero en 1989 los precios del grano se derrumbaron y con ellos la dinámica agrícola, con el panorama cambiante yo y los otros Jeep Willys tomaríamos un nuevo rumbo siendo protagonistas de una nueva realidad, pues los campesinos de las zonas productoras se desplazarían a las grandes ciudades convirtiéndonos en medios de transporte confiables incluso para pasajeros, es de allí conde pintorescas imágenes de los Jeep Willys cargados hasta más no poder de objetos realizando trasteos quedarían en las retinas y el corazón de las familias campesinas y que luego a lo largo del tiempo se convertirían en una tradición e incluso un homenaje a la tenacidad de 2 ejes metálicos que multiplicaban la capacidad de todo un país que se esforzaba por superarse día a día creando desfiles con los icónicos Yipaos, en otras palabras nos convertimos en leyenda.

Décadas después para seguir abriendo caminos y ostentando con orgullo un legado de esa historia aún huele a café.
En 2007 llegada del icónico Jeep® Wrangler inspirado en el Jeep Willys®, para seguir escribiendo juntos la historia de la marca en los territorios de Colombia.
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